domingo, 29 de abril de 2012

Delirios de Cigarra



Queremos comenzar con esta canción de la cigarra, interpretada por Javier Ávila Aguirre, Sj. La intención es clara; queremos plasmar lo que nos han dejado como herencia otros jesuitas; la capacidad de soñar y estar cantando en medio del conflicto, de la incertidumbre, del sufrimiento y del dolor. Con esta canción queremos dejar de manifiesto que la muerte no tiene la ultima palabra. Los mismos pobres nos han enseñado a cantar en medio de la desgracia. Para algunos ojos resulta sin mucho fruto el cantar con los pobres o con muy poca trascendencia, el simplemente hecho de cantar, pareciera que es una cuestión pasiva. (Para aquellos que todo lo ven con miras a la ganancia con facilidad y eficacia para más productividad). Queremos seguir cantando aunque piensen los demás que no sirve de nada para cambiar la realidad.
 
Nosotros lo vemos como una oportunidad de comprometernos desde las raíces, desde abajo y en comunidad cantando se construye el bien más universal. En medio del cansancio, de la fatiga por el trabajo duro, del esfuerzo por ver crecer a la familia, sabemos que el canto es la misma esperanza de querer y anhelar una vida mejor. Es fácil ver a los oprimidos como aquellos que requieren salvación, pero que difícil es darnos cuenta que desde la vulnerabilidad esta actuando la salvación y la liberación, es por eso que cantamos, por que vemos que Jesús pobre y humilde, sigue cantando y caminando con nosotros. Seguimos cantado precisamente porque nos reconocemos frágiles. Así queremos entregarnos y así queremos compartir la vida.
Las experiencias de hospitales y peregrinación, -que acabamos de tener nosotros los novicios en estos primeros meses del año presente-, son fundamentales para nuestra formación jesuítica. La experiencia que tuvo Ignacio en La StortaAllí, puestos con el hijo de Dios cargando con la cruz y llamado a servirle.Se hizo presente en el día a día en la dichas experiencias. Las palpamos cada quien en forma personalizada y las acogemos como una visión más lucida para confirmar nuestro llamado e incorporarnos a la mínima Compañía de Jesús.
 
El objetivo de la experiencia de peregrinación es cargar juntos la cruz del obrero, del indígena y del campesino. Peregrinar a lado de ellos, y sentirnos compañeros del camino. Donde se comparte lo más valioso que tenemos; la vida misma. En medio del dolor y la alegría, compartida en gratuidad, se transforma y se recrea nuestro horizonte. Nos restauran y nos incorporan al trabajo del Reino de Dios. La experiencia de hospitales nos humaniza, el acompañar en medio de la vulnerabilidad y tocar el dolor de los demás, nos van sanando nuestras heridas.
Tenemos la certeza de que Dios está en el mundo y sigue a lado de los crucificados (Los débiles, excluidos, pobres, explotados, desahuciados), y nos invita a colaborar con lo que tengamos. Por eso nuestra voz quiere ser un canto fuerte, por los que no tienen voz, no son nuestras canciones, son más bien las canciones del pueblo -oprimidos por el poder-, la que nos hacen sentir la resurrección. El Dios de la historia sigue resucitando a los crucificados, por más que traten las autoridades de ocultar la Cruz del pueblo, la canción es signo vivo de la paz deseada en nuestro país. Y querer bajar a los crucificados de esas cuces.
Terminamos con unas palabras del libro a menudo he pensado en otra historia de Carlos Rodríguez S.jEstamos golpeados pero no vencidos; bocobajeados pero no derribados. El conflicto no ha terminado, sólo se reedita. La cruz no cesa, la resurrección está presente, la lucha sigue. Y la cigarra sigue cantando.

Manuel Silva.

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