lunes, 4 de noviembre de 2013

Basigochito

Por Sergio Treviño Barrios nSJ

Hace poco más de un año, me encontraba caminando por veredas junto a dos rarámuri, Lázaro y Rosenda, camino al rancho de Borachique en la Sierra Tarahumara, Chihuahua. Ir con ellos fue la primera y también la última actividad que realicé durante mi prenoviciado en Samachique.
Salimos de Samachique rumbo a Borachique temprano por la mañana. Yo iba lleno de ilusiones y felicidad, no sabía lo que en el camino me esperaba. El Señor me fue impresionando con los paisajes, los cultivos de maíz, la alegría de Lázaro y Rosenda, la belleza de Dios en todo y en todos. La historia anhelada para un prenovicio soñador como yo: el superhéroe caminando en la misión. Parecía el día perfecto hasta que ya no pude seguir caminando. De regreso a Samachique me iba deteniendo cada 5 minutos, Lázaro y Rosenda se preocuparon, pero por mi orgullo no les decía que ya no podía más. Llega un punto en el que el cuerpo se rinde y no queda nada más que el espíritu. Mi cuerpo se rindió, mi ideal del superhéroe se rompió y aquí la realidad me tocó. Lázaro con ese cariño y sinceridad tan particular, se me acercó y como un hermano a otro, aunque llevábamos horas de conocernos, me dijo “wériga” que significa: no te rindas. Después llegamos a Samachique, ese día confirmé mi vocación que es acompañar, fui consolado por un encuentro con Dios en el rostro y palabras de los rarámuri, y recibí la invitación a seguir caminando con la confianza puesta en Dios.

Lázaro y Rosenda, a partir de ese día se convirtieron en mis acompañantes en la vida, en la vocación y en el prenoviciado. No tengo suficientes palabras para agradecerles todo lo que vivimos, pues reímos, discutimos, fuimos a fiestas y tomamos juntos teswino. En nuestro corazón siempre estará Basigochito, el letrero que está 5 minutos antes de entrar a Samachique. Basigochito son las lágrimas de consolación por llegar a la meta de todos los días, la confianza en Dios y en nuestros pasos. Así que para mí este lugar es donde empecé y terminé el prenoviciado, y es el recuerdo de una alegría de profundo amor y agradecimiento a aquellos para quienes es mi vocación. Déjate impresionar por el Señor. Matetera ba (Gracias).



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