miércoles, 6 de noviembre de 2013

Una historia para ser contada: el rescate de la Primavera.

Por Gerardo Bárcenas Romero nSJ.

Como novicio de segundo año, de la Compañía de Jesús, realizo mi apostolado en el Cortijo, una ranchería cerca de Zapotiltic, al sur de Jalisco. En esta comunidad sucedió algo muy bello que me ha ayudado a reflexionar. Alguna autoridad de la comunidad deseaba talar una Primavera, que es un árbol enorme, lleva más de 60 años en la comunidad y está en el Jardín ¡seguro que a más de uno le ha brindado una buena sombra!
Quiero subrayar que las mujeres fueron las primeras en movilizarse y evitar que siguieran talando la Primavera. Poco a poco se acercó más gente que las apoyaba para evitar tal crimen, al final lograron impedir que fuera talada por completo, las personas empezaron las demandas contra quienes resultaran responsables; además la comunidad se sintió muy orgullosa de lo que logró hacer unida.
Entiendo que salvar un árbol puede parecer una cosa pequeña, pero ¿acaso será este el inicio para poder pensar en los agroquímicos, en el desperdicio del agua, o en el simple hecho de tirar o quemar basura, y de muchas otras cosas que afectan a nuestra tierra? Es un tema abierto del cual confío que la comunidad podrá ir reflexionando y también nosotros; tengo claro que las personas que más sufren el cambio climático son las personas más pobres y a la vez son las que menos contaminan y que menos desperdician, pero todos tenemos parte en el cuidado de nuestra tierra.

Es tiempo de ponernos a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza. Recordemos que Dios se nos revela en ella de un modo especial. Por ejemplo, en la "Contemplación para Alcanzar Amor" de los Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos invita a contemplar: mirar cómo Dios habita en las criaturas, en los elementos dando ser, en las plantas vegetando, en los animales sensando, en los hombres dando entender [EE. 235]. Esto nos ayuda a entender nuestra relación directa con el cosmos y con su Creador.

El asunto no se resolverá si sólo nos enfocamos a cuidar plantas y animales. El problema se podrá enfrentar a medida que cambie nuestra mirada sobre la ecología; que no sea sólo por imagen, porque está de moda o porque se escucha bien, sino que nuestro espíritu caiga en la cuenta de una verdadera y sana relación con todo lo creado. Esto nos animará a dar testimonio y a salir de la apatía, del desinterés y de la comodidad, porque ser cuidador de la naturaleza es más que buscar el reconocimiento de los otros. Lo que nos toca como cristianos es "cargar nuestra cruz" haciendo algo por la naturaleza, creo que así podremos salir de la mediocridad y del consumismo que tanto ha dañado a nuestro mundo y a los que lo habitan. Termino esta reflexión con las palabras de B. Powell, fundador de los Scouts, que me hacen pensar que mi estancia en la tierra tiene un propósito así de grande: “Dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos”.


No hay comentarios: