viernes, 1 de noviembre de 2013

Ciudad de los Niños del Padre Cuellar

Por Miguel Angel Cuanalo Gómez nSJ.

Lugar de prenoviciado: Ciudad de los Niños del Padre Cuellar

 Me siento profundamente agradecido por haber vivido el prenoviciado en la Ciudad de Niños. En este lugar fui testigo del esfuerzo realizado por niños, bienhechores, colaboradores y jesuitas que dan testimonio de la esperanza en otro mundo posible. El resultado de este esfuerzo se traduce en talleres, escuela, áreas recreativas y áreas de formación, llenas de vida por la presencia de niños y jóvenes a quienes la Compañía de Jesús se sabe llamada a servir. Aquí llegué con una búsqueda vocacional en mente, y ahí fue donde pude darle respuesta: en el encuentro con la vida de niños que crecieron en un entorno de dolor, escasez y sufrimiento, consecuencias de la marginación social y económica de nuestro mundo. De tal forma que a la luz de la fe vi con especial brillo sus sonrisas en el comedor, sus esfuerzos en los estudios, y su sensibilidad ante el dolor del otro que sufre. Mi vida no ha sido igual después de haber sido testigo de la valentía de nuestros niños que luchan por la vida en un medio adverso, lo que ha dejado una marca honda en mi corazón. Me doy cuenta que sus historias y sus búsquedas se volvieron mías y las propias se convirtieron en las de ellos. Así se entrecruzaron nuestras historias y búsquedas para hacernos testigos de la actuación de la gracia desde nuestros límites. Esta experiencia sigue siendo motivo de gozo y esperanza dentro del noviciado donde voy dando respuesta a esta invitación del Dios de la vida para probarme en el seguimiento de Jesús bajo el carisma de su “mínima Compañía”. No cabe duda que el dejarse conducir con un sentido de vulnerabilidad conlleva gracia, experimentamos que a pesar de nuestros esfuerzos Él tiene la última palabra, que está más allá nuestro mal social y personal.

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